Ya es hora de perder
la inocencia,
ese estupor de las criatura que todavía
no pudieron hacerse cargo
de la memoria
del mundo al que recién nacieron
Pero nosotros hombres
grandes ya, podemos olvidar, sabemos
perfectamente que tendríamos
que hacer para dañar
el presente, para romperlo.
Aquí nadie
tiene derecho a distraerse,
a estar asustado, a rozar
la indignación, a exclamar su sorpresa.
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